martes, 1 de abril de 2014

Realidades del mundo, ¿Qué podemos hacer?

Realidades del mundo, ¿Qué podemos hacer?


El mundo actual vive realidades y cuestionamientos que nos hacen responsables a todos, pero ¿Cómo debemos actuar ante estas realidades?

Hambre, inseguridad, economía, política, desastres naturales, desarrollo de los pueblos y comunidades.

La pregunta que surge es ¿hasta donde debemos hacer? ¿Qué puedo hacer en lo personal y en lo comunitario?

Es triste darse cuenta que muchos solo hacen por fama, por vanidad, por un egoísmo disfrazado de ayuda al prójimo.

No es un tema nuevo para la Iglesia, desde 1880 encontramos documentos tocando estos temas.

Por esta razón compartimos:
a) los 7 puntos con los que debemos de partir en el trabajo personal y comunitario.

b) los documentos que nos fundamentan.

CEO. Teólogo      

Principios de la Doctrina Social de la Iglesia

La doctrina social de la Iglesia es aquella enseñanza que nace del diálogo entre el Evangelio y la vida económica, social de los pueblos.

Esa doctrina busca iluminar las realidades terrenas y en ella se apoyan los pastores de la Iglesia Católica para orientar en estas materias.

La doctrina social de la Iglesia tiene como centro la dignidad de la persona humana y busca en todo momento defenderla y dar principios que ayuden a su crecimiento, a su desarrollo.
Hay siete principios, siete criterios que son muy claros y yo quisiera recordarlos hoy, como de un golpe. Son ellos los ejes claves de esta doctrina y son los ejes también para poder ayudar a todo ser humano a crecer, desarrollarse y progresar, como debe ser. Esos siete principios son los siguientes:

1. El principio del bien común.
2. El destino universal de los bienes.
3. El principio de subsidiaridad.
4. El principio de participación.
5. El principio de solidaridad.
6. El principio de los valores, fundamentalmente estos cuatro: la verdad, la libertad, la justicia, el amor.
7. Finalmente, este último, el amor, es el valor principal, porque ha de ser el que dé UNIDAD a los demás valores.

Los vemos así en su conjunto porque nos iluminan; pero yo quisiera volver la mirada sobre cada uno de ellos. Pero recordemos que para la doctrina de la Iglesia, la enseñanza de la Iglesia, para Jesucristo, como también para todo lo que es la filosofía humanista, lo principal es la persona humana, su dignidad; y todo lo demás ha de converger a la ayuda, al apoyo, al progreso de todo ser humano y de todos los seres humanos.

1. El bien común:

El principio o el criterio del bien común es un principio fundamental en lo que es la vida humana y en lo que son las relaciones de los seres humanos. Para la doctrina social de la Iglesia el principio del bien común es el primero de todos los principios: todos los bienes que existen son bienes para todos los seres humanos.
La concepción es clara: Dios creó todo lo que existe para todos los seres humanos, no para una sola persona. De ahí que el principio del bien común quiere mirar no solamente a un individuo sino a todos los individuos, no a una persona sino a todas las personas.
Por eso, este principio del bien común es una tarea que nos compete a todos, y de ahí que los bienes que existen sobre la tierra han de llegar a todos los seres humanos. Para nosotros, es un criterio que tiene que estar siempre claro y es el criterio que se exige en la conducción de la vida política; por eso, un político es aquel que debe trabajar el bien común y colige con ese principio cuando busca sus propios intereses, sus propios bienes o el bien particular; y los bienes que hay en una nación, si los miramos bien, son para todos y por eso se busca que haya una igualdad en la repartición de los bienes.
Reflexionar una y otra vez sobre el bien común nos coloca y nos sitúa en un principio clave en el desarrollo y en el progreso de todo ser humano y de todos los seres humanos.

2. El destino universal de los bienes:

El principio del bien común que guía la doctrina social de la Iglesia va muy unido al principio del destino universal de los bienes. Este principio nos recuerda a nosotros que todo cuanto existe tiene una dimensión universal. Nosotros hablamos del derecho de propiedad.
El derecho de propiedad privada también tiene su sentido. La propiedad privada ayuda a que las personas puedan tener un mínimo de espacio para vivir, para que se respete su libertad; sin embargo, cuando la propiedad privada se excede y viola el principio universal de los bienes, entonces, la propiedad privada ha de estar sujeta a lo que es este principio universal de los bienes. El Papa Juan Pablo II repetía que: “Sobre toda propiedad privada, hay una hipoteca de los bienes que han de llegar a todos”.
Y ese llegar a todos es llegar a todo ser humano y a todos los seres humanos y nosotros hemos de repetirlo continuamente: Dios creó todas las cosas, no para un grupo, sino para todos. De tal manera es así, que hay que buscar caminos para una justa distribución de los bienes y de las riquezas, sean éstas las que sean.

3. La subsidiaridad:

En la búsqueda del progreso y el desarrollo de toda persona humana, de todo ser humano, de su dignidad, hay un principio que no se tiene muchas veces en cuenta y que hay que recordarlo también con frecuencia y volver el pensamiento y la mirada hacia él. Es el principio de la subsidiaridad, palabra que no es fácil de pronunciar, pero que es sumamente importante. Nosotros los seres humanos debemos producir lo que nosotros debemos producir. Cada ser humano tiene una responsabilidad, ante sí mismo y ante los demás, como cada grupo, como cada sociedad, pero hay limitaciones que nosotros tenemos, y es ahí donde se necesita el apoyo subsidiario.
Venir en apoyo de las familias que no pueden alcanzar las metas que deben alcanzar, de los individuos, de las personas, de los grupos, sean estos los que sean. Por eso, el Estado tiene la responsabilidad de cuidar, de velar para que cada uno de nosotros haga lo que tenga que hacer, pero que podamos recibir también el apoyo en aquello que nosotros no podamos hacer. Ese principio de subsidiaridad ayuda a que los pueblos puedan progresar y los grupos puedan avanzar. Y esto hay que decirlo no solamente a nivel nacional, hay que decirlo, también, a nivel universal: nos hemos de acompañar mutuamente los pueblos, y aunque esto no lo pidiera Dios, ni lo pidiera la doctrina social de la Iglesia, lo pide el sentido común y lo pide la razón. Se ha de apoyar a todo aquel que no puede dar todo lo que él quisiera o pudiera dar.

4. La participación:

Otro principio claro en la doctrina social de la Iglesia es el principio de la participación. Es un tema sobre el que nosotros volvemos una y otra vez. La participación, como algo inherente al ser humano, hace parte de nuestra existencia.
Nosotros queremos participar y esa participación nos hace mostrar a nosotros un deber, el deber que tenemos todos los seres humanos de participar en la vida, en el desarrollo, en el progreso de los pueblos.
Por eso, una persona que no participa en los gastos de un pueblo, con sus impuestos, es una persona que no está cumpliendo con su deber. Una persona que no participa en las elecciones, por ejemplo, es una persona que se siente limitada en lo que es su derecho de participar en la elección de aquellos que lo dirigen. Esta dimensión de la participación muestra un derecho, pero también muestra un deber. Derecho y deber, el derecho de participar y el deber de participar. Por eso, cuando las personas no pueden participar todo lo que pueden en la vida nacional, se sienten limitadas.
Las dictaduras limitan la participación, pero también la participación se vuelve un desorden cuando no es regulada.
Volvamos una y otra vez la mente sobre la participación, sobre nuestro deber de participar en la vida familiar, en la vida social, en la vida del barrio, en la vida nacional, en la vida internacional. Pensemos en la participación, como un derecho y un deber.

5. La solidaridad:

La solidaridad es uno de los grandes principios, o si se quiere, uno de los grandes valores que más se trata en el mundo de hoy. Hemos venido muchas veces sobre esta temática y hay que volver continuamente sobre ella. La solidaridad nos esta mostrando a nosotros como la humanidad es una y cómo tiene que apoyarse mutuamente. La solidaridad que nos mueve a nosotros a vernos como sólidos en uno nos indica que los pueblos no pueden existir si no son solidarios entre sí y que la humanidad también es así, y esto se ve de una manera muy clara en las crisis y en los problemas. Somos solidarios, hemos de ser solidarios, queramos o no queramos, pero hemos de hacerlo de manera consciente.
Los países más ricos tienen necesidad de ser solidarios con los demás y los Países pobres también han de tomar conciencia sobre esto. El Amazonas no pertenece ya a Brasil o a los países del Cono Sur, es un bien de toda la humanidad, porque lo que pasa allí afecta a la humanidad. Somos solidarios, y los seres humanos somos como un racimo de guineos: o caminamos juntos o nosotros perecemos, pero hemos de estar juntos. El principio, el criterio, el valor de la solidaridad es temática sobre la que hay que pensar y volver una y otra vez porque no solamente se ha de esperar solidaridad de los demás, sino que cada uno de nosotros ha de poner su granito de arena en el camino y en la construcción de un mundo solidario.

6. Valores fundamentales:

El tema de los valores está sobre el tapete. Es un tema sobre el que hemos de volver una y otra vez, y podemos preguntarnos sobre los muchos valores que hay, y podemos enumerar decenas de valores: ¿cuáles son los fundamentales?, ¿cuáles son los más importantes, aquellos necesarios para que funcione una sociedad y que son clave también para el progreso de los pueblos? Los cuatro grandes valores son estos:
La verdad, la libertad, la justicia y el amor.

Y me voy a referir ahora a los tres primeros porque el amor, que nos une a los demás, necesita un tratamiento especial.
La verdad: sin la verdad ningún pueblo podrá avanzar. Jesucristo decía, y es lema del pueblo dominicano: “Conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.
La verdad y la libertad: la libertad, que nosotros los dominicanos disfrutamos después de tantas dictaduras, se torna también en desorden y en libertinaje cuando no la sabemos usar. La libertad se manifiesta en la democracia, pero necesitamos de una libertad sabiamente usada. Por eso, volver la mente y la mirada sobre la libertad, es clave, y sobretodo en estos tiempos en las que disfrutamos de la libertad, para no volver a las dictaduras, pero tampoco para que la libertad se vuelva para nosotros un enemigo. Y la dimensión de la justicia: si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si nosotros queremos guardar las relaciones como debe ser, es clave y fundamental, ¿quién lo puede negar? el valor de la justicia.
Sabemos que tenemos muchos desórdenes cuando impera la mentira, el libertinaje y la injusticia. Por eso, en la doctrina social de la Iglesia esos tres valores son fundamentales y clave para la vida de cualquier sociedad.

7. La vía del amor:

Podemos hablar y tocar temáticas como esta: el bien común, el destino universal de los bienes, la participación, la solidaridad, los valores de la verdad, la justicia y la libertad. Pero tenemos que decir que el vínculo que une todo esto es el amor. Sin amor, nosotros no podremos llegar a eso que deseamos: a una mayor distribución de las riquezas, a un mundo donde impere la verdad, la justicia, la libertad; donde los bienes realmente sean comunes, donde se busque el bien común.
No podemos pedirles a los políticos que se preocupen de buscar los intereses del pueblo dominicano y no sus propios intereses, si ellos no tienen amor. Se lo podemos pedir en nombre de la justicia, en nombre del respeto a los demás; el amor es necesario para todo ello. Podemos pedirle a un juez que haga la justicia, pero si ese juez no respeta a la persona humana, si ese juez no ama al ser humano y no ama a los dominicanos, será injusto. Los valores que nosotros necesitamos poner en práctica, y son necesarios todos, necesitan un fundamento, un guía, que es el amor. Por eso, el progreso de los pueblos, el bienestar de los pueblos, la mejor distribución de las riquezas, todo aquello que nosotros deseamos no se dará en efecto y en verdad, si los seres humanos son egoístas. De ahí que el camino del amor, la vía del amor, es y seguirá siendo el camino del desarrollo de los pueblos, del respeto a las personas y de los derechos humanos.

Tomado de “Un Momento”, los artículos breves que Monseñor publica diariamente en TV, Radio y la Prensa.

Documentos

Diuturnum Illud
Sobre el origen del poder
Carta Encíclica del Sumo Pontífice León XIII
26 de junio de 1881

Immortale Dei
Sobre la constitución cristiana de los estados
Carta Encíclica del Sumo Pontífice León XIII
1 de noviembre de 1885

Libertas
Sobre la libertad humana
Carta Encíclica del Sumo Pontífice León XIII
20 de junio de 1888

Sapientiae Christianae
Sobre los deberes de los ciudadanos cristianos
Carta Encíclica del Sumo Pontífice León XIII
10 de enero de 1890

Rerum Novarum
Sobre la cuestión social
Carta Encíclica del Sumo Pontífice León XIII
15 de mayo de 1891

Quod Iam Diu
Oraciones públicas por la paz
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Benedicto XV
1 de diciembre de 1918

Pacem Dei Munus
Sobre la restauración de la paz
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Benedicto XV
23 de mayo de 1920

Quadragesimo Anno
Sobre la restauración del orden social y su perfeccionamiento de conformidad con la ley evangelizadora
Carta Encíclica de Santidad Pío XI
15 de mayo de 1931

Miranda Prorsus
Sobre el cine, la radio y la televisión
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Pío XII
8 de septiembre de 1957

Mater et Magistra
Sobre el reciente desarrollo de la cuestión social a la luz de la Doctrina Cristiana
Carta encíclica de Santidad Juan XXIII
15 de mayo de 1961

Pacem In Terris
Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
Carta Encíclica de su Santidad Juan XXIII
11 de abril de 1963

Populorum progressio
Sobre el desarrollo de los pueblos
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Pablo VI
26 de marzo de 1967

Laborem Exercens
Sobre el trabajo Humano
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II en el 90 aniversario de la Rerum Novarum
14 de septiembre de 1981

Sollicitudo rei socialis
Sobre la preocupación social de la Iglesia
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II
30 de diciembre de año 1987

Centesimus Annus
Sobre la cuestión social
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II en el Centenario de la Rerum Novarum
1 de mayo de 1991

Veritatis Splendor
Sobre el esplendor de la Verdad
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II
6 de agosto de 1993

Evangelium Vitae
Sobre el valor y el carácter inviolable de la Vida Humana
Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II
25 de marzo de 1995

DOCUMENTOS ECLESIALES

Gaudium Et Spes
Sobre la Iglesia en el Mundo Actual
Constitución Pastoral elaborada en el Concilio Vaticano II
7 de diciembre de 1965

Libertatis Nuntius
Instrucción sobre algunos aspectos de la "teologia de la liberación
Congregación para la Doctrina de la Fe
6 de agosto de 1984

Génesis del Código Ético Mundial para el Turismo
Sobre el Turismo y los Inmigrantes
Rev. Prof. Jordi Galla Estelrichi para el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes
1 de diciembre de 1999

Apostolatus Maris
Sobre la Iglesia en el Mundo Actual
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes
5 de octubre de 2002

EXHORTACIONES APOSTÓLICAS

Familiaris Consortio
Sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual
Exhortación Apostólica Postsinodal del Sumo Pontífice Juan Pablo II
22 de noviembre de 1981

Christifideles Laici
Sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo
Exhortación Apostólica Post-sinodal de su Santidad Juan Pablo II
30 de diciembre de 1988

Ecclesia In America
Sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América. Exhortación Apostólica Postsinodal del Sumo Pontífice Juan Pablo II
22 de enero de 1999


Ecclesia In Asia
Sobre Jesucristo vivo en su Iglesia y fuente de esperanza para Asia
Exhortación Apostólica Post-sinodal de su Santidad Juan Pablo II
6 de noviembre de 1999


Ecclesia In Europa
Sobre Jesucristo vivo en su Iglesia y fuente de esperanza para Europa
Exhortación Apostólica Postsinodal del Sumo Pontífice Juan Pablo II
28 de junio de 2003

Pastores Gregis
Sobre El Obispo Servidor del Evangelio de Jesucristo para la Esperanza del Mundo
Exhortación Apostólica Postsinodal del Sumo Pontífice Juan Pablo II
16 de octubre de 2003

PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ

La Iglesia y la Movilidad Humana
Sobre los Inmigrantes
Pontificia Comisión Iustitia et Pax y la Pontificia Comisión para la Pastoral de las Migraciones y del Turismo
4 de mayo de 1978

Consideración Ética de la deuda internacional
Sobre la Economía Mundial
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
27 de diciembre de 1986

La Iglesia ante la carencia de vivienda
Sobre la Pobreza
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
27 de diciembre de 1987

La Iglesia ante el Racismo

Sobre el Racismo y las Culturas Multiétnicas
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
3 de noviembre de 1988

El Comercio Internacional de Armas
Sobre la Guerra y la Paz
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
1 de mayo de 1994

Para una mejor distribución de la tierra
Sobre la Propiedad Privada
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
23 de noviembre de 1997

La Doctrina Social de la Iglesia
Sobre la Iglesia y el Mundo Actual
Pontificia Comisión Iustitia et Pax
1 de mayo de 2000
  
Boni Pastoris
Sobre los medios de comunicación social
Carta Apostólica de Motu Proprio
Juan XXIII

22 de febrero de 1959

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